El problema de Chiloé es Santiago.

El problema de Chiloé es Santiago
La metrópoli nunca ha contribuido a la creación de ciudadanos posesionados de autonomía y visualiza el resto del país como simple territorio de conquista económica
Alejandro Díaz, profesor Universidad Central y Universidad Arcis plantea que Santiago de Chile fue y es una ciudad oligarquizante. De hecho, nunca se constituyó en un lugar de libertad para los emigrados de la tierra del sur, y obviamente tampoco lo fue para aquellos que tuvieron que volver, después de la crisis de las salitreras. La ciudad de Santiago ostenta una condición invalidante para constituirse en lugar de productor de construcción de ciudadanía en su interioridad dominada y en su exterioridad conquistada.
Desde los sucesos de Lircay hasta la revolución de 1891, el sistema de ciudad colonial oligárquico dio origen a un sistema de relaciones sociales que incorporaron el racismo social contra el mestizaje y el indígena, de forma tal que cruzó la constitución de los sistemas de hábitos sociales de sus habitante dominantes y dominados..
LUGAREJO CUNA DE LA DES-CIUDADANIAEn primer lugar, Santiago como lugarejo de inicio de los procesos de conquista por parte de los españoles, es constituido en ciudad como el primer afán arribista de Pedro de Valdivia. De ahí en adelante, ello marcará la constitución del habitus social del español. No sólo vendrán en busca de oro y apropiación de riquezas, sino que también adquirirán el aire del lugarejo que quiere constituirse en un nuevo sitio de prestigio social. No es un lugar de acceso a la libertad como los villorrios de la Edad Media española. Es un lugar de dominación militar, administrativa y religiosa.
Santiago nace así como lugar de des-ciudadanización. Nada en sus casi 500 años cambiará esta impronta constitutiva geno-estructural. Capa sobre capa, los distintos fenómenos sociales y políticos posteriores serán constituidos por esta estructura social sedimentada en la primera hora del lugarejo encomendero.
En segundo lugar, la condensación de hábitos y habitus sociales serán constituidos por dos matrices fundamentales: el miedo al otro indígena del sur y el miedo a la pobreza, de la cual provienen en su mayoría los "colonos" del lugarejo más austral del mundo. Del miedo sólo se puede salir inventando superioridad para espantar el miedo y en esas condiciones la condición española devendrá en racismo social, alimentado por sobre las miserables habitaciones de barro de la primera hora de la "ciudad de Santiago". Las escasas cuadras del damero central serán el escenario de la "distinción de la nobleza" en Chile, que mostrará el desplante de superioridad de las generaciones posteriores a las huestes herederas de Valdivia. Se habrá condensado una vinculación racista entre lugar de ejercicio del dominio territorial y apreciación grupal de un nosotros superior.
En tercer lugar, el lugarejo de Santiago se constituye sobre el ejercicio monopólico del espacio. El damero central es central para el asentamiento de las fuerzas principales del poder: militar, religiososo y burocrático. Por oposición, en nada se parece a la constitución de los lugares de ejercicio de asentamiento de ciudad, que en similares tiempos se estaban desarrollando en el norte de América, en donde la horizontalidad de las relaciones sociales producía campos sociales atravesados por apelaciones constantes a la constitución de igualdad y autonomía. El lugarejo de Santiago se constituía, precisamente, como las antípodas de creación comunitaria de relaciones sociales para subsistencia de fueros villanos, como era la costumbre de los siglos X al XIV en diversos lugares de España, incluso en los territorios conquistados a los dominios de moros y muzárabes. Santiago no contribuía a la creación de ciudadanos posesionados de autonomía. Al contrario, cimentaba la dominación por medio de la ritualidad religiosa, burocrática y militar, en oposición a lo extraño, que emergía de tanto en tanto desde el sur profundo del territorio.
SEDE DE LA CLASE DOMINANTEEn cuarto lugar, el crecido lugarejo se asienta como lugar ciudadano de la clase dominante y crea un campo social de fuerzas absolutamente proclive al ejercicio monopólico del poder político y económico. La "independencia" será el tiempo histórico de asentamiento de dominio post encomendero que muta a la constitución de un patriciado vasco comerciante cuyos integrantes actuarán en definitiva como aliados mutantes de la otrora orgullosa hueste hispánica.
El lugar se ha constituido en escenario de negociación económica, que alimenta crecientemente un círculo de herederos monopólicos del damero anexo de construcción señorial del barrio República. El resto del territorio nacional es territorio económico de conquista. En la avenida República se criará el general Cornelio Saavedra, "pacificador de la Araucanía". Santiago se ha transformado en aparato co-succionador de la plusvalía proto capitalista de los territorios conquistados del sur y del norte. La otra parte dominante de la succión se realiza desde los buques ingleses, que instalan oficinas en Valparaíso, que ya en la primea mitad del siglo XIX actúa como factoría extranjera.
En quinto lugar, la ciudad se ha repuesto ya en varias ocasiones del asalto de los bárbaros. En 1829, en Lircay, en 1851 y 1859 en Santiago y La Serena, en 1891 en Concón y Placilla. En 1973, sofocando la insurrección de su interior cotidiano. Y se ha repuesto de las montoneras, que de tanto en tanto, atraviesan la Alameda para provocar el caos y el terror de los pudientes. La ciudad se dispone a ejercer la caridad. Sus viajes constantes a Europa y a Francia la han concientizado acerca de la necesidad de atender a los pobres. Se ha constituido ya un capital cultural, que se dispone a desarrollar la hegemonía por otros medios: controlar la subjetividad virginal de las clases populares, que se aprontan a recibir la influencia coordinada de los "buenos religiosos y seculares" que harán el bien por amor al gran arquitecto o por amor a Dios. La operación simbólica, iniciará su gran marcha de dominio de las conciencias de los rotos alzados, Y con ello sobrevendrán las políticas sociales y sus agentes técnicos de variada estirpe. Todos ellos, en proceso de aprendizaje tecnocrático. Hasta el día de hoy, la asistencialidad dadivosa condensará campos sociales de dominio alternativos y congruentes al poder central del Estado.
En sexto lugar, el lugarejo convertido en ciudad ha traspasado todas las etapas que la habilitan como lugar de clase mundial para el desarrollo del capitalismo y crea progresivamente estructuras sociales que expande hacia el resto del territorio que domina. En perfecta sincronía, moldea los cuerpos que segrega desde la interioridad de la estructura social, en una práctica de dominación invisible y cotidiana. En esas condiciones, genera campos de estructuras estructurantes y estructuradas, que es capaz de moldear conjuntos organizados de conciencias circulantes, en procura de desarrollo político y que finalmente, una tras otra, sucumben a las prácticas de clientelización perpetua, abdicando una y otra vez de su autodominio político, posible de competir en los campos sociales, culturales o políticos. Tal es el caso de los movimientos sociales de campesinos, obreros, pobladores o segmentos políticos como el radicalismo o el cristianismo político de base partidaria de la DC. De igual manera sucede con segmentos de generación política de izquierda, que cotidianamente son cooptados por el sistema estructurante y estructurador de la ciudad, que opera como matriz generadora de la dominación.
Siendo Santiago como es, Chiloé y otros territorios populares originarios de Chile nunca serán viables como territorios de desarrollo.

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